¡Hola!
Hacía tiempo que no me pasaba por aquí. Hoy os traigo la reseña de una novela de fantasía juvenil que tuve el placer de leer en una lectura conjunta. Se trata de una obra de Celia Arias (aquí podéis conocer más sobre ella), con una preciosa portada de Libertad Delgado y las estupendas ilustraciones de Javier Gámez Gámez.
Nos encontramos con un worlbuilding bien construido que se nos va dando a conocer poco a poco en este libro introductorio. Conocemos la tierra de los aeterios y las diversas razas que la pueblan, las reglas por las que se rige este país, sus costumbres… Reconozco que, al principio, me costó un poco ubicarme en estas tierras (quizás un mapa sería de gran ayuda) por la riqueza y complejidad de la información.
La autora nos presenta una trama compleja con tres líneas abiertas que se van desarrollando paralelamente y entrecruzándose en diferentes momentos. La acción y los acontecimientos se suceden de forma constante, haciendo que el lector se enganche en la historia para poder desentrañar las diversas incógnitas que van surgiendo a lo largo de sus páginas.
La principal protagonista, Ari, es una seyker (una especie de hada) que tiene el don de las emociones. La función de esta raza de Aeteria es «controlar» las emociones negativas que se dan en el mundo de los humanos. Ari todavía es una iniciada, y mientras realiza la prueba con la convertirá en una versada, aquello con lo que siempre ha soñado, las cosas se tuercen por culpa de un humano que, por algún extraño motivo, puede verla. Los humanos no tienen la capacidad de ver a los aeterios, especialmente si estos se encuentran en su propio plano (Aeteria está en un plano paralelo al de los humanos), pero Kev puede hacerlo. Desde ese momento, crecerá entre los dos adolescentes una amistad que irá evolucionando poco a poco, pero que no estará exenta de dificultades y problemas cuando en Aeteria estalla una guerra entre los seykers.

Dentro de la historia, Ari se ve enfrentada al gran problema de comprender cuál es su identidad y de tomar decisiones por sí misma. Va descubriendo que las reglas y las tradiciones no siempre ayudan ni representan lo mejor para un pueblo o para una persona, y tendrá que enfrentarse con todo aquello en lo que siempre había creído. No resultará fácil, pero contará con la ayuda de Kev y de otros protagonistas. En el fondo, se comporta como cualquier adolescente, con sus dudas, sus luchas, sus sueños… A veces resulta algo egoísta, centrada sobre todo en su propio problema personal, a pesar de que el mundo a su alrededor parece desmoronarse.
Hay otros protagonistas, que llevan algunas de las líneas de la trama, como Tarous, un fauno; Eitri, uno de los hermanos de Ari; Raijen, otro seyker; la reina Ciara… Hilos que se van cruzando para completar un tapiz que estará completo al término de la bilogía. Quizás sea esta una de las cosas que menos me han gustado, que la historia no cierra ninguna de sus líneas de trama al término del libro, sino que queda todo en suspenso. Un final demasiado abierto, para mi gusto.
La pluma de la autora es impecable, con gran fluidez narrativa y una gran capacidad descriptiva que nos permite sumergirnos de lleno en el mundo que ella misma ha creado. A pesar de la buena narración, me ha parecido que, en ocasiones la historia, o quizás más bien algunos de los personajes, carecían de emociones profundas o, al menos, estas no se manifestaban de forma abierta y aparente, sino que tan solo se mencionaban. Eso hacía que, en momentos, me faltase empatía con ellos.
En conjunto, me ha parecido una historia muy atractiva, con un gran enganche, que seguro que hará las delicias de los amantes de la fantasía juvenil.
¡Buena lectura!
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